Tuesday, August 21, 2007

Inmadurez Emocional a los 41

De qué me sirve contarlos si es que ya no tiene sentido, si es que no logro entender siquiera lo que vi esta mañana.
Es normal, el golpe es duro, incomprensible y me tiene el alma mareada. No se entiende, hay más preguntas que respuestas ahora sobre la mesa de las apuestas. Las tres fichas despreciadas habían sido arrojadas debajo de la mesa en señal de que su valor había caído. Da igual si crees que eran las más bellas fichas que recibió el croupier en su larga trayectoria de casinos y juegos. Da igual si por ellas diste todo e incluso creiste hacerte millonario..., da igual si ya no tienes un nuevo post en tu blog.
Da igual porque no lograrías entenderlo, porque sabes que hizo todo mal y que merece el más grande de los golpes, de los que le han dado pocos. No te compares, ya lo sabes..., pero cómo no hacerlo si no tienes oportunidades que otros si ganaron, una y mil veces...., una y mil veces. Cómo entenderlo si ahora no hay palabras que lo expliquen, si no hay ganas, si ya queda poco o nada de la historia más linda del mundo.
Nunca te quisieron porque las palabras que guardas son demasiado sinceras, como todas las que salen de tus labios o dedos. No sabes hacerlo de otra forma, pero deberías entender que la gente calla, guarda, engaña y se miente a si misma. Pero cómo lo entenderías si tu ya corriste demasiado lejos de eso, si eso ya te hizo tanto daño, aunque desde el fondo, el porro del curso te diga que también lo hiciste alguna vez y le doliste tanto a alguien, que prefieres hoy sencillamente olvidarlo.
En el manual no hay páginas dedicadas a darte cuenta de tus propios errores, no? Qué me importa si tomas desvíos o vas directo al olvido..., qué me importa si hoy explicas con frases hechas algo que no crees. Es tarde para lamentos Pizarro, es tarde para buscar debajo de la mesa esas fichas que sacaste de la chaqueta verde, es tarde para quedarte sentado esperando.

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